En Ñacuñán coexistían el pueblo, la cuadrilla y la estación. Muchos de los actuales pobladores se criaron en la cuadrilla y hoy comparten sus recuerdos
Roberto Araya nos cuenta: “Yo me crié en la cuadrilla de los empleados del ferrocarril. Ellos tenían una zorrita y arreglaban las vías para que los trenes circularan. La cuadrilla estaba compuesta por la casa del capataz, el garage de la zorrita y el taller. Había un lugar para el acopio de materiales que se usaban para arreglar la vía y muchas casas de chapa y madera donde vivían las familias. Había una sola cocina a leña que tenía varios quemadores para poner las ollas. Se juntaba mi mamá con el resto de las mujeres y cocinaban en esa cocina. Había un solo baño para bañarse, todo de chapa. Compartíamos los baños y las familias se turnaban para lavarlos. Contando las familias completas, llegamos a ser casi 70 personas en la cuadrilla. La cuadrilla estaba ubicada en lo que ahora son ruinas, saliendo unos 700 m de Ñacuñán hacia Monte Comán. Ahí están los aljibes, que se llenaban con el agua de un tanque que traía el tren. Teníamos una bomba y llevábamos el agua en balde a las casas. Algunos hombres vivían en el pueblo y también trabajaban en el ferrocarril”.
Olimpia Entre Rios dice: “Cuando llegó el ferrocarril, mi papá empezó a trabajar allí y dejó de ser carrero. Él salía con su cajita donde llevaba la comida. Salía a las 5 de la mañana de nuestra casa en el pueblo y volvía a las 5 de la tarde. Ellos andaban en las patrullas con la zorrita y tiraban un acoplado donde iban los otros obreros”.
Daniela Mendoza recuerda: “¡Vivir en la cuadrilla era muy lindo! Las familias eran muy unidas. Se compraban 10-15 kg de asado, nos juntábamos, bailábamos, tocaban el acordeón. Mi papá andaba en la zorrita con los compañeros, haciendo mantenimiento de la vía. Los niños teníamos clases en la escuela vieja. Nuestra maestra era doña Susana. Ella fue más que maestra. Los fines de semana nos llevaba a todos en su camionetita a Villa Nueva a hacer picnic. En esa época el tren para nosotros era como un avión, te encontrabas con mucha gente, se llevaba comida, guitarra, acordeón. El viaje en tren era hermoso”.