El origen del Festival Nacional de la Cueca y el Damasco, que ahora celebra su 40º edición

Un médico rural cordobés fue el que tuvo la idea para recaudar fondos y cubrir necesidades sanitarias de La Dormida. En la primera edición actuaron Los del Suquía, Antonio Tormo, Los Chalchaleros, Ramona Galarza y el Chacho Santa Cruz, entre otros.

EL Dr. Simondi y su hijo Carlos Guillermo

Este fin de semana, 7, 8 y 9 de enero, en el Club Social y Deportivo La Dormida se realizará la 40º Edición del Festival Nacional de la Cueca y el Damasco.

Para que haya una 40º edición, hubo alguna vez una primera, hubo alguien a quien se le ocurrió la idea y muchos que se sumaron a ella. Esa semilla, tan generosa, tiene una historia muy rica, muy pintoresca, muy de pueblo activo y solidario.

Todo surgió desde un médico rural, uno que “atendía hasta partos en una camilla medio improvisada” y que recuerda “las casas de todos a los que atendí”.

Eduardo Alejandro Simondi hoy tiene 74 años “y voy para los 75, si Dios quiere”. Sigue ejerciendo su profesión, hoy encarada principalmente en pericias médicas para la Justicia de Córdoba, provincia de la que es oriundo y en donde vive en una chacra los suburbios de la ciudad capital.

Tiene 5 hijos. Dos son abogados, dos son médicos y el quinto es astrónomo. Olga Romero, su esposa, también es médica.

Después de recibirse y realizar su primera especialización (hizo otras muchas después) en medicina rural, se radicó en La Dormida. Eran los comienzos de los 70s.

Había algún otro médico estatal que venía de otro lado a atender en La Dormida, entonces Simondi se dedicó a dar clases para procurarse el sustento (“tenía 28 horas y daba 7 materias. Tenía que multiplicarme”) y atendía como médico de pueblo prácticamente gratis a los vecinos que lo necesitaban. “Los atendía en sus casas y en un dispensario, gratis. Con un crédito del Banco Nación, a pagar en muchas cuotas, me compré un R 6 y andaba por todos lados”, recuerda. “Atendía hasta partos en una camilla improvisada”, dice.

Simondi y los vecinos de La Dormida, “gente muy solidaria, muy inquieta, que querían hacer cosas”, se organizaron en una unión vecinal para tratar de cubrir algunas necesidades importantes del pueblo. “Especialmente queríamos ayudar a los chicos y también conseguir algunas cosas indispensables. No teníamos ambulancia, no había equipo de rayos ni servicio de odontología”, cuenta. Pero para todo se necesitaba dinero, entonces “nos reunimos y propuse que hiciéramos un festival folclórico”. Ahí comenzó todo.

El doctor Simondi, que hace su relato con la jovialidad y el humor típico de un buen cordobés, cuenta que “mi suegro era un periodista y locutor nacional muy conocido en Córdoba, que trabajaba en LV3, y que era muy amigo de Julio Márbiz (Julio Ernesto Mahárbiz) y de muchos artistas famosos”.

Entonces, para Simondi no fue difícil contactarlos personalmente. “Sin tener un peso, me arriesgué y contratamos a Los del Suquía, a Los Chalchaleros, al Chacho Santa Cruz (del que me hice muy amigo), a Ramona Galarza y hasta Antonio Tormo, que estaba prohibido desde el año 53 y que no podía cantar ni en el baño”, además de grupos de todo Mendoza.

-¿Por qué decidieron que el festival se llamara “de la cueca y el damasco”?-

-Había una importante producción de damasco en esos tiempos en La Dormida, damascos y damascas. Había una empresa que exportaba mucho y por eso se imponía ese nombre. Y, con respecto a la cueca, es el ritmo por excelencia de Mendoza y, en una charla que tuve con don Félix Dardo Palorma, el remarcó que debía llevar ese nombre también- recuerda el médico.

La organización del Festival comenzó en septiembre de 1973 y, hasta enero del 74 cuando se realizó “en el patio de la escuela y en un escenario medio precario”, todo fue un enorme trabajo de la comunidad. El propio Simondi viajó a las provincias vecinas a promocionarlo y a entregar invitaciones oficiales a los gobernadores “porque necesitábamos que tuviera éxito para poder recaudar y comprar las cosas que necesitaba La Dormida”.

Y fue un éxito. “Vendimos 3.500 entradas la primera noche y la tercera, en el cierre, cuando se presentaba Ramona Galarza, hubo una tormenta fuerte, muy mendocina, pero aún así vendimos 2.500”, cuenta el médico. Entre los concurrentes estuvo el gobernador de Mendoza, Alberto Martínez Vaca, el vicegobernador Carlos Mendoza, y todos los ministros de la provincia.

“Con lo recaudado logramos comprar el equipo de Rayos y equipar una sala de odontología”, recuerda el doctor Eduardo Alejandro Simondi.

El médico recuerda una larga lista de apellidos de vecinos de La Dormida que trabajaron mucho para ese festival y para mejorar las condiciones de vida del pueblo.

“Al año siguiente yo seguí siendo presidente de la comisión, pero me desligué un poco de la organización”, cuenta. Después volvió a su Córdoba natal. “Necesitaba seguir especializándome, estar con mi familia y darle posibilidad de estudio a mis hijos”.

Pero aún recuerda con enorme cariño a aquel pueblo en donde inventó un festival, uno que ahora celebrará su 40º edición.

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